Parece ser que si se deja una caja de cartón vacía en el suelo, un gato se encontrará instantáneamente dentro, como atraído por un imán invisible.
Según un corresponsal de , este comportamiento hace tiempo que dejó de ser un simple meme divertido para convertirse en un tema de gran interés científico.
Los espacios cerrados y estrechos dan al gato algo que el dinero no puede comprar: una sensación de control absoluto de la situación y de seguridad instantánea. Desde el punto de vista de un depredador, que también es una presa potencial, la caja es un escondite ideal.
Sus paredes protegen la espalda y los costados, dejando sólo un sector frontal para observar el mundo. En una «cabaña» así puedes relajarte, porque la amenaza sólo puede venir de una dirección, que es fácil de controlar.
Esto reduce los niveles de estrés al mínimo. La bióloga y etóloga Olga Sergeeva explica que el cartón, como material, también tiene propiedades ideales de aislamiento térmico.
Ayuda al animal a retener su propio calor, creando un microclima especialmente valioso para el descanso. Esto explica por qué los gatos prefieren las cajas de cartón a las de plástico: son más acogedoras.
Observando a mi propia gata, me he dado cuenta de que no prefiere todas las cajas, sino sólo aquellas cuyo tamaño cumple algún tipo de norma interna. Una caja demasiado grande no le da la sensación de seguridad deseada, y una caja demasiado pequeña le resulta incómoda para meterse en ella.
Lo ideal es que el animal quepa dentro, acurrucado, pero sin demasiado espacio. Curiosamente, este refugio se utiliza a menudo como punto estratégico para la caza.
Desde una emboscada en una caja adyacente al sofá, es conveniente observar el paso de una mosca o los movimientos de los pies de los habitantes de la casa. Es una base segura desde la que lanzar un ataque o, si no se tiene éxito, a la que retirarse al instante.
Los veterinarios de las clínicas llevan mucho tiempo explotando este fenómeno colocando cajas de cartón vacías en las habitaciones de los animales. Las observaciones demuestran que los gatos con refugio se adaptan más rápidamente a un entorno estresante, comen mejor y se recuperan.
Es una forma sencilla e ingeniosa de darles una sensación de cierto control. No hay razón para renunciar a este placer felino.
Unas cuantas cajas de distinto calibre repartidas por la casa no son basura, sino que enriquecen el entorno. Se convierten en pisos privados en un espacio compartido, donde se puede esperar a que pase una ruidosa recepción de invitados o el interés indiscreto de un niño.
Este es su legítimo territorio de intimidad. A veces, el gato se mete en la caja como si hubiera encontrado un búnker secreto que nadie conoce.
Se tapa los ojos, su respiración se ralentiza y parece que todos los problemas del mundo quedan fuera de este cuadrado de cartón. Destruir este idilio es una verdadera ofensa para el bienestar del gato.
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