La sensación de «mariposas en el estómago» antes de una cita no es sólo una bella metáfora, sino una referencia directa al complejo sistema nervioso que esconden nuestras tripas.
El sistema nervioso entérico, o «segundo cerebro», contiene millones de neuronas y dialoga constantemente con el cerebro a través del nervio vago, informa .
Este diálogo determina en gran medida nuestro estado emocional, porque una parte importante de la serotonina, la hormona del buen humor, se produce en el intestino. La calidad de esta producción depende directamente del estado del microbioma, los billones de bacterias que componen nuestro ecosistema interno.
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Una dieta variada y rica en fibra proporciona alimento a las bacterias beneficiosas, que a su vez favorecen la salud de la mucosa y la síntesis de sustancias importantes. Una dieta monótona con mucho azúcar y alimentos ultraprocesados puede provocar el predominio de microorganismos menos beneficiosos.
Cambiar a una dieta más sencilla con abundancia de verduras y alimentos fermentados despejó literalmente la mente. La ansiedad que parecía de fondo retrocedió, dando paso a un estado mental más uniforme y tranquilo.
El intestino también desempeña un papel clave en la respuesta inmunitaria, actuando como primera barrera frente a muchos patógenos. Su inflamación, a menudo casi asintomática, puede afectar a la salud general y a los niveles de energía.
No existe una dieta intestinal universal «perfecta», ya que el microbioma de cada persona es tan único como una huella dactilar. Los expertos están de acuerdo en una cosa: una variedad de alimentos de origen vegetal es la mejor estrategia para mantener el equilibrio.
No compres probióticos sin pensar en las estanterías sin ocuparte primero de los prebióticos, el alimento para las bacterias que ya viven en tu interior. A veces, una taza de kvas natural o una cucharada de chucrut casero harán más bien que la cápsula anunciada.
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