Después de una buena noche de fiesta, te queda un grato recuerdo y un puñado de corchos de roble o aglomerado que da pena tirar.
Su estructura porosa y elástica y su resistencia a la humedad los convierten en un excelente material artesanal e incluso técnico, según el corresponsal de .
Constituyen excelentes posavasos resistentes al calor para calderos y sartenes calientes pegados entre sí. El material de corcho no se derrite y no deja marcas en la encimera, absorbiendo los goteos accidentales.
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Cortadas en finos círculos, sirven como almohadillas blandas ideales para reparar muebles. Colocadas bajo la pata de una mesa tambaleante, absorben las vibraciones y protegen el suelo de arañazos.
Los jardineros utilizan el corcho como drenante y aflojador de la tierra en las macetas con plantas de interior. El material se descompone lentamente, mejorando la aireación del suelo, lo que favorecen especialmente las orquídeas y las suculentas.
En el taller, el corcho resulta práctico para lijar y pulir pequeñas piezas metálicas o joyas. La suave superficie abrasiva da al metal un brillo mate sin dejar arañazos profundos.
Triturado en migas y mezclado con cola, constituye una base excelente para tableros de clavijas caseros o manualidades de aislamiento térmico. El material es ligero, mantiene bien su forma y tiene buenas propiedades de absorción del ruido.Incluso el simple almacenamiento de agujas y alfileres clavados en corcho parece un clásico atemporal. Es seguro, cómodo y facilita encontrar las pequeñas cosas que se necesitan en un cajón común.
Este planteamiento convierte la basura ordinaria en un recurso para la creatividad y las soluciones domésticas. Cada corcho se convierte en un pequeño ladrillo en la filosofía de la limpieza consciente e inventiva.
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