Rocía tus fresas con leche y conseguirás un efecto inesperado en tu cosecha

La idea de utilizar un producto alimentario como agente fitosanitario parece a primera vista un derroche absurdo.

Sin embargo, en el caso de la leche y las fresas de jardín, este método ha encontrado justificación científica y aceptación entre muchos jardineros practicantes, informa un corresponsal de .

El tratamiento de la leche funciona de varias maneras a la vez. El problema más común que se pretende combatir con esta solución es el oídio, una enfermedad fúngica que cubre las hojas con una capa blanquecina.

El suero de leche que contiene el producto crea una fina película en la superficie de la hoja que impide que las esporas de los hongos germinen y se afiancen. Para preparar la solución de trabajo, se utiliza leche desnatada o suero de leche, diluyéndolos con agua en una proporción aproximada de 1:1.

Una solución demasiado concentrada puede provocar quemaduras en las hojas tiernas, además de dejar un desagradable olor a agrio. Todo es bueno con moderación.

Además de proteger contra los hongos, la leche sirve como alimento foliar fácil para las fresas. Contiene potasio, calcio, fósforo y una serie de aminoácidos útiles que la planta absorbe fácilmente a través de la lámina foliar.

Esto da a los arbustos un impulso adicional para el crecimiento y la puesta de botones florales. El tratamiento se realiza con tiempo seco pero nublado para que las gotas de la solución tengan tiempo de absorberse y no provoquen quemaduras solares.

Lo mejor es hacerlo por la mañana temprano o al atardecer. Pulverice no sólo el haz, sino también el envés de las hojas, donde suele esconderse la principal amenaza.

El olor de la solución láctea tiene la propiedad de repeler algunas plagas de insectos, en particular, la araña roja. Por supuesto, no es un insecticida tan potente como los productos especializados, pero funciona bastante bien como medida preventiva.

Esto hace que el método sea aún más universal. Estos tratamientos pueden realizarse a intervalos de 10-14 días a lo largo de la temporada, a partir del momento en que vuelven a crecer las hojas jóvenes en primavera.

Es especialmente importante hacerlo durante los periodos de alta humedad, cuando el riesgo de brotes de enfermedades fúngicas es máximo. Lo principal es no abusar y vigilar la reacción de la planta.

Este método seguro y respetuoso con el medio ambiente le permite reducir significativamente el uso de fungicidas químicos en su parcela. Encaja perfectamente en el concepto de agricultura ecológica, donde la salud a largo plazo del suelo y las plantas no es una prioridad, sino el efecto inmediato.

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