Mucha gente cree que el amor verdadero requiere fundirse y disolverse por completo en la otra persona, renunciar a los propios intereses y comprometerse incondicionalmente.
Según el corresponsal de , esta actitud romantizada se convierte a menudo en la principal causa de crisis en la pareja, provocando un sentimiento de pérdida de uno mismo y una irritación ensordecedora hacia el que está a su lado.
Paradójicamente, cuanto más intenta una persona borrar sus límites en aras del bienestar de la unión, más culpa inconscientemente a su pareja. El cansancio acumulado por la supresión constante de los propios deseos encuentra tarde o temprano una salida en la agresión pasiva o el agotamiento emocional total. Según los psicólogos, una relación sana no es la fusión de dos mitades en un todo, sino el encuentro de dos individuos autosuficientes que han decidido pasar juntos por la vida.
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Conservar tu individualidad no es egoísmo, sino una necesidad básica para una unión duradera. El interés de tu pareja por ti sólo puede mantenerse si sigues siendo un individuo interesante, complejo y algo misterioso. La desaparición de las aficiones personales, del círculo social y de tus propios objetivos conduce rápidamente a la saturación y al aburrimiento.
Una de las formas más sencillas pero eficaces de mantenerse vivo es reservar un espacio y un tiempo personales. Puede ser una hora al día en la que no te molesten, o una habitación separada en el piso donde puedas estar a solas con tus pensamientos. Respetar la necesidad de soledad de tu pareja es señal de una relación madura y de confianza.
Es igualmente importante seguir desarrollándose como individuo fuera del contexto de la pareja. Apúntate a ese curso de baile que llevas tiempo queriendo hacer, empieza a aprender un nuevo idioma o simplemente lee libros que te interesen. Esto no te aleja de tu pareja, sino que enriquece los temas comunes de conversación y aporta nueva energía a la relación.
Los psicólogos señalan que las parejas en las que ambos tienen un fuerte sentido de la autoestima pelean mucho menos. Sencillamente, no tienen nada a lo que aferrarse en pequeñas disputas domésticas, su autoestima no depende de quién ha sacado hoy la basura. No ven el conflicto como una amenaza para su ego, sino sólo como una situación privada que puede resolverse.
Tener vida propia hace que encontrarse con la pareja no sea una tarea, sino una elección consciente y bienvenida. Cuando vuelven a verse después de un día de trabajo o de sus aficiones, no vienen como un recipiente vacío que anhela ser llenado, sino como una persona con algo que compartir. Esta sana autonomía crea esa dulce tensión de atracción que no se desvanece con los años.
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