Poca gente piensa que este discreto panel situado en la parte inferior del aparato es un auténtico imán para el polvo, el pelo y los pequeños residuos.
Su olvido puede tener consecuencias muy tangibles, informa el corresponsal de .
Un condensador y un evaporador obstruidos por el polvo hacen que el compresor trabaje con mayor carga. El motor tiene que encenderse más a menudo y durante más tiempo para mantener la temperatura fijada.
Este modo forzado conduce inevitablemente a un consumo excesivo de energía. La factura de la luz puede aumentar en un porcentaje significativo sin motivo aparente.
La sobrecarga constante acorta la vida útil de la pieza más cara del frigorífico: el compresor. Su reparación o sustitución es comparable en coste a la compra de un electrodoméstico nuevo.
Una capa de suciedad actúa como aislante térmico, impidiendo el intercambio normal de calor. La condensación puede empezar a acumularse en el interior de las cámaras, provocando un olor desagradable.
En un ambiente cálido y polvoriento, las bacterias patógenas y los hongos del moho se sienten como en casa. Sus esporas pueden circular por el interior del frigorífico y llegar a los alimentos.
La limpieza periódica de este aparato es uno de los procedimientos clave para mantener la higiene en la cocina. Los fabricantes recomiendan que se realice al menos dos veces al año.
Antes de limpiarlo, el aparato debe estar siempre desenchufado por seguridad. La propia bandeja suele deslizarse con facilidad tras un ligero empujón.
Se lava con agua tibia jabonosa, eliminando cuidadosamente toda la suciedad. Para desinfectarla, se puede utilizar una solución de bicarbonato sódico o una trama de mesa.
Tras el lavado, la pieza debe secarse completamente antes de volver a colocarla en su sitio. Una bandeja húmeda sólo agravará el problema de la humedad y los gérmenes.
Esta sencilla manipulación no lleva más de quince minutos. Garantiza la longevidad del aparato y mantiene un ambiente saludable en el hogar.
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