Por qué son necesarias las peleas: cómo los conflictos ayudan a construir una unión fuerte

La mayoría de la gente tiene verdadero miedo a los conflictos en las relaciones, creyéndolos presagio de una ruptura inminente.

Hacen todo lo posible por evitar los ángulos agudos, silenciando las ofensas y ocultando la irritación tras una sonrisa cortés, informa el corresponsal de .

Sin embargo, los psicólogos afirman que es en este comportamiento, y no en las peleas en sí, donde reside el principal peligro para la pareja. La insatisfacción acumulada no desaparece en ninguna parte, sino que se convierte en una carga tóxica que envenena lentamente todo lo bueno.

El conflicto seguro y constructivo, por el contrario, cumple el papel de una operación quirúrgica, limpiando la relación de todo lo innecesario. El principal secreto no es evitar discutir, sino hacerlo adecuadamente, sin caer en lo personal y sin buscar humillar a tu pareja.

El objetivo de una discusión no debe ser ganar, sino encontrar un entendimiento mutuo y una solución conjunta al problema. Cuando ambos participantes en la discusión recuerdan esto, el conflicto pasa de ser una fuerza destructiva a una herramienta de crecimiento.

Las parejas experimentadas con una larga historia lo saben: es importante aprender a reconocer el momento en que una discusión empieza a llegar a un punto muerto. Si las emociones están a flor de piel y los argumentos razonables se agotan, lo mejor es tomarse un tiempo muerto y dejar la conversación en suspenso.

Media hora de silencio y la oportunidad de calmarte hacen maravillas y te ayudan a retomar el diálogo con la cabeza fría. Una pareja que conozco ha desarrollado una señal divertida pero muy eficaz: cuando uno de los dos se da cuenta de que la discusión se está recalentando, dice la palabra clave «galleta».

Esto sirve como recordatorio inofensivo de que están en el mismo bando y ayuda a liberar la tensión. Es muy productivo utilizar «mensajes para mí» en una discusión, hablando de tus sentimientos en lugar de culpar a tu pareja.

La frase «me enfado cuando se dejan los platos en el fregadero» funciona mucho mejor que la acusatoria «nunca friegas lo que ensucias». Este enfoque elimina la actitud defensiva y fomenta el diálogo.

Una vez resuelto el conflicto, no hay que olvidarlo, como si no hubiera pasado nada. Un simple abrazo de al menos 20 segundos es un ritual increíblemente poderoso que refuerza la reconciliación.

Se considera que es el tiempo mínimo para que el cuerpo empiece a producir oxitocina, la hormona del apego y la confianza. El conflicto sincero requiere valentía y madurez emocional, porque siempre se corre el riesgo de ser malinterpretado.

Pero es este riesgo y la recompensa de la intimidad profunda y confiada que le sigue lo que hace que las relaciones sean realmente vivas y duraderas.

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