Por qué echar un puñado de avena en el hoyo al plantar patatas: la manera del abuelo que la ciencia justifica

A primera vista, esta antigua técnica parece extraña, como si alguien hubiera decidido alimentar la futura cosecha con gachas de avena.

Sin embargo, detrás de una acción tan sencilla se esconde un profundo significado agronómico, que no hace sino confirmar la observación de generaciones anteriores, informa el corresponsal de .

En este caso, la avena no actúa como alimento de la patata, sino como su fiel ayudante. Al brotar junto con el tubérculo, la avena cumple la función de formador natural de estructuras.

Su sistema radicular, formado por muchas raíces finas en forma de lóbulo, es excelente para aflojar la tierra alrededor de la patata. Esto crea las condiciones ideales para que se desarrollen las raíces del cultivo principal, permitiéndoles el acceso al aire y la humedad.

Las raíces de la avena liberan sustancias específicas en el suelo que tienen un ligero efecto desinfectante. Inhiben el desarrollo de ciertos hongos y bacterias patógenos que suelen causar la parsha y otras enfermedades de los tubérculos.

Así se obtiene una profilaxis natural y absolutamente segura. Para cuando las patatas están cogiendo fuerza y necesitan el máximo de nutrientes, la avena ya ha completado su ciclo vital.

Al morir, se convierte en un abono orgánico fácilmente digerible, que es consumido inmediatamente por el arbusto en crecimiento. Es un ejemplo de siderato ideal de acción directa.

Este método funciona especialmente bien en suelos pesados y arcillosos propensos al apelmazamiento y la formación de costras. La avena crea literalmente numerosos canales en el suelo, mejorando su permeabilidad al agua y al aire.

En estos suelos, el aumento del rendimiento puede ser especialmente notable. La avena debe utilizarse en lugar de otros cereales como el trigo o el centeno.

La avena es menos agresiva y no compite con las patatas por la nutrición con tanta intensidad como sus homólogas. Además, es más tolerante al frío y tiene tiempo de germinar y cumplir su misión incluso en condiciones de primavera corta y fresca.

Un puñado de semillas de avena por hoyo será suficiente para poner en marcha esta beneficiosa simbiosis. Es importante que las semillas se distribuyan uniformemente en el suelo y estén muy cerca del tubérculo.

Así, su efecto será máximo y la cosecha te sorprenderá gratamente. Este método demuestra una vez más que las soluciones más eficaces en el huerto suelen ser las más sencillas y no requieren ninguna inversión económica.

Te hace mirar los cultivos conocidos desde un ángulo diferente y verlos no sólo como alimento, sino también como fieles aliados en la lucha por la cosecha.

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