La cola del perro como medio de comunicación: qué hay detrás de este gesto familiar

Parece que no hay nada más sencillo y obvio que el movimiento de la cola de un perro.

Mucha gente cree que es una clara señal de alegría y simpatía, pero los etólogos instan a no simplificar la situación, informa .

En realidad, la cola es una compleja herramienta semiótica, todo un telégrafo que transmite muchos matices de estado de ánimo. La dirección, la amplitud y la velocidad de meneo son claves para descifrar el mensaje.

Los estudios han demostrado que mover la cola hacia el lado derecho del centro del cuerpo se correlaciona con emociones positivas, como ver a un anfitrión. Mover la cola hacia el lado izquierdo suele indicar cautela o sentimientos negativos, por ejemplo, al encontrarse con un perro dominante desconocido.

Un movimiento de cola alto y tenso no siempre es una invitación a jugar. Es más bien una demostración de confianza y excitación que puede derivar fácilmente en conflicto.

Por el contrario, una cola baja y que se mueve lentamente habla de inseguridad y del intento de la mascota de calmarse en un entorno desconocido. El cinólogo Mikhail Trofimov aconseja mirar siempre al perro en su conjunto, sin fijarse en una parte del cuerpo.

Mover la cola con las orejas agachadas, una postura tensa y una mueca claramente no auguran nada bueno. Sólo una combinación de señales da una imagen real de las intenciones del animal.

Lo curioso es que los perros son muy buenos leyendo estos matices sin necesidad de libros de texto. Entienden al instante lo que significa una ligera sacudida de la punta de la cola de un congénere y construyen su comportamiento en consecuencia.

Los humanos tenemos que aprenderlo para evitar malentendidos. A veces se puede ver a un perro moviendo la cola cuando se queda solo en una habitación.

Puede estar mirando un juguete o anticipando un paseo, comunicándose mentalmente consigo mismo. Esto demuestra que el meneo no es sólo una señal social, sino también el reflejo de un diálogo interno.

Una vez observamos a un perro que, olfateando un rastro, movía la cola con distinta intensidad. Daba la impresión de que estaba leyendo una historia fascinante y reaccionando emocionalmente a cada capítulo.

Era una ayuda visual del funcionamiento del olfato y el cerebro de un perro.

Entender este lenguaje enriquece mucho la vida con tu mascota. Empiezas a darte cuenta de cómo te «habla» con la cola a ti, a otros animales e incluso a su sofá favorito. Es un diálogo en el que es importante captar cada entonación.

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