La conocida regla de los ocho vasos de agua al día ha estado flotando de artículo en artículo, sin ser cuestionada.
En realidad, nuestra necesidad de líquido es un valor individual, que depende de decenas de factores diferentes, según el corresponsal de .
El cuerpo da señales claras de sed, que muchas personas confunden con hambre o simple malestar. La fatiga, los dolores de cabeza y la piel seca pueden ser consecuencia directa de una deshidratación leve.
La cantidad de líquido que necesitas depende de tu nivel de actividad física, la temperatura ambiente e incluso la composición de tu dieta. Una persona que toma sopas y fruta jugosa necesitará menos agua limpia.
El color de la orina sigue siendo el indicador casero más sencillo y fiable del estado de hidratación. Debe ser de color pajizo claro, no amarillo oscuro ni casi transparente.
Hace tiempo que los hombres han renunciado a echarse litros de agua a la fuerza, prefiriendo llevar una botellita y limitarse a beber unos sorbos al primer síntoma de sed. El exceso de agua es tan peligroso como la falta de agua, ya que puede lixiviar los electrolitos.
No olvides que el té, el café y los zumos también se consideran líquidos, aunque sin duda el agua pura sigue siendo prioritaria. Las personas con enfermedades renales o cardiovasculares deben consultar con su médico su régimen de consumo de alcohol. Escucha a tu cuerpo, no a los números abstractos, y él te dirá cuál es la cantidad adecuada.
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