Mucha gente lleva años cuidando las grosellas, podándolas y alimentándolas, pero la cosecha sigue siendo modesta.
Resulta que hay una técnica sencilla que puede cambiar radicalmente la situación, informa el corresponsal de .
Se trata del riego oportuno con agua caliente, que se lleva a cabo estrictamente antes de que los brotes se hinchen a principios de primavera. Este método, conocido incluso por nuestras abuelas, persigue dos importantes objetivos a la vez.
En primer lugar, el agua caliente destruye los huevos de pulgones y ácaros del riñón -los principales enemigos de las grosellas- que hibernan en los brotes. En segundo lugar, este choque térmico despierta a la planta, acelera el movimiento de la savia y desencadena potentes procesos vegetativos.
El agua debe estar exactamente caliente, a unos 65-80 grados, pero no hirviendo. En contacto con las ramas se enfría a unos seguros 50-60 grados, sin quemar los brotes despertados, pero con efecto destructivo sobre las plagas.
Es necesario verter de una regadera con un divisor, tratando cuidadosamente cada brote y el centro del arbusto. La operación debe llevarse a cabo cuando la nieve ya se ha derretido, pero el suelo todavía está frío y los brotes están en estado latente.
Suele ser a finales de marzo o principios de abril, según la región. Si llegas demasiado tarde y riegas las yemas hinchadas, puedes dañarlas gravemente y perder la cosecha de este año.
Después de una lluvia de este tipo, conviene cubrir el suelo bajo el arbusto con una película oscura o grandes trozos de tela asfáltica. Esto creará un efecto invernadero, calentará las raíces y retendrá la humedad, dando a la grosella una ventaja en su desarrollo. Al cabo de una semana, se retira la cubierta, se afloja la tierra y se cubre con humus.
El resultado se aprecia en pocas semanas: el follaje florece más rápidamente y tiene un color más sano y rico. La ausencia de plagas permite a la planta concentrar todas sus energías no en luchar, sino en poner botones florales y formar ovarios.
El arbusto parece vigoroso y lleno de energía. Este método es especialmente eficaz para las grosellas negras, que son más propensas a sufrir ácaros de los capullos que otras especies.
Las grosellas rojas y blancas también responden perfectamente a un despertar de este tipo, aumentando el número y el tamaño de las bayas en los cepellones. Lo principal es no tener miedo y observar el régimen de temperaturas.
El escaldado sustituye al primer tratamiento primaveral con preparados químicos, lo que es especialmente valioso para los partidarios de la agricultura ecológica. Nos devuelve a la sabiduría de las soluciones sencillas pero profundas que funcionan en armonía con la naturaleza, no contra ella.
A veces, la herramienta más poderosa de un jardinero es la común regadera caliente.
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