Este encantador gesto, que confundimos con una muestra de curiosidad, es en realidad una herramienta práctica para mejorar la percepción auditiva y visual.
Un perro cambia instintivamente la posición de la cabeza para identificar con mayor precisión el origen y el significado de un sonido desconocido, informa .
Los pabellones auriculares móviles funcionan como antenas parabólicas, y la inclinación ayuda a ajustar su posición para captar los más mínimos matices de nuestro habla. Intenta distinguir del ruido las órdenes familiares o las entonaciones que anuncian algo agradable.
Los estudios demuestran que los perros con hocicos más largos son más propensos a recurrir a esta maniobra. Quizá su hocico alargado les bloquea parcialmente la vista, y la inclinación lo compensa ofreciéndoles una visión completa de lo que ocurre.
Los perros salchicha se congelan en esta postura cuando se les hace una pregunta con cierta entonación, como por ejemplo: «¿Quieres ir a dar un paseo?». En una conversación normal, se limita a escuchar sin cambiar la posición de la cabeza.
Un etólogo veterinario explicó una vez que, sin darnos cuenta, fomentamos este comportamiento con nuestras reacciones. Sonreímos, sonreímos, sonreímos y le damos una golosina a la mascota, reforzando el gesto simpático como estrategia de interacción exitosa.
Así pues, inclinar la cabeza no es sólo un hábito simpático, sino un complejo acto comunicativo. El perro no sólo intenta entendernos mejor, sino que también recibe un feedback positivo que refuerza vuestro vínculo.
La próxima vez que le llame la atención un gesto tan expresivo, sepa esto: su mascota no sólo le está escuchando, sino que le está «leyendo» muy atentamente. Y se merece la recompensa más deliciosa por ello.
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